El confinamiento impactó estructuras tradicionales de trabajo y generó nuevas formas de subsistencia
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó en un informe del año 2020 como solo en Latinoamérica se perdieron unos 34 millones de empleos producto de la pandemia ocasionada por el COVID-19. En Estados Unidos esta cifra durante ese año osciló entre los 4 millones de puestos de trabajo desvanecidos. No obstante, esta circunstancia impulsó una nueva forma de trabajo que ya venía esbozándose en el panorama laboral: el homeworking.
El reseteo global
Antes de la pandemia, los acuerdos multilaterales y los liderazgos del mundo se preparaban para mejorar las condiciones de vida en un plazo aproximado de 15 años. La Asamblea General de las Naciones Unidas del año 2015 estableció una serie de objetivos para un desarrollo sostenible de miras al 2030. Allí destacan algunas metas quiméricas como la erradicación de la pobreza y el hambre, justamente a través de la mejora de las condiciones que generan esas problemáticas. La optimización de los sistemas de salud y educación, la igualdad de género y la garantía de empleos plenos y productivos, eran las metas para transformar la dura realidad.
Por otra parte, expertos pronosticaban que con el avance de las nuevas tecnologías aumentaría la disminución de empleos a nivel mundial. Ese escenario cobró fuerza durante el año 20 y 21 en medio del teletrabajo, la virtualidad y la inteligencia artificial. La pandemia ha potenciado que los motores de la civilización se abran a dejar trabajo esencial en la mecánica de robots. Sobre esta asunto, un estudio de Oxford Economics indicó que gracias a la automatización, 20 millones de empleos de fabricación global podrían desaparecer en el prometedor 2030.
“Se ha generado un colapso fenomenal en los niveles de ocupación en muchos países como: Perú, Colombia, Argentina, México (…) Algo inimaginable, una recesión gigantesca”. Ricardo Hausmann. EConomista
Según otra investigación de la Universidad de Oxford, el 47% de los empleos en el mundo entero están en riesgo de desaparecer como consecuencia del avance de la inteligencia artificial. No obstante, el Foro Económico Mundial pronosticó que si bien en cinco años se perderán unos 85 millones de empleos -a causa de esa misma robotización del trabajo-, al mismo tiempo surgirán 97 millones de nuevos espacios laborales.
Paralización forzada
La pandemia trajo consigo una clara paralización que fue escalando de región en región hasta que se hizo global. Estas medidas de inmovilización, como forma de prevención para evitar contagios, afectaron a casi 2.700 millones de trabajadores (aproximadamente el 81% de la fuerza de trabajo mundial). De este número, según la OIT, el 38% estaban empleados en sectores que afrontaron una grave caída de la producción y un alto riesgo de desplazamiento de la fuerza de trabajo.
La tasa de desempleo promedio de Latinoamérica, que a finales del 2019 era de 8,1%.
Según la Corporación Andina de Fomento (CAF) la pandemia trajo para América Latina una masiva pérdida de empleos, que se estima fue de alrededor del 14 % para toda la región entre febrero y junio de 2020, cercanos a los 32 millones de puestos de trabajo. En marzo de 2021, luego de un año de pandemia, aún se contabilizaron alrededor de 13 millones de empleos perdidos, es decir, una caída del 6 % con respecto a febrero de 2020.
Para el economista venezolano y director del Centro para el Desarrollo Internacional, Ricardo Hausmann, la recesión post pandémica es el sino de nuestro continente.
Los informales
La economía informal es otra población afectada por esta crisis mundial. Alrededor de 2.000 millones de personas trabajan de manera informal, y la mayoría de esta masa se encuentra en países emergentes o en desarrollo. Los trabajadores de este ámbito carecen de la protección básica que los empleos del sector formal suelen ofrecer, incluida la cobertura de seguridad social.
La OIT precisó que aproximadamente 1.600 millones de trabajadores de la economía informal (casi la mitad de la población mundial activa) fueron afectados por la pandemia.
Para Jean Maninat, ex-director regional de la Organización Internacional del Trabajo para América Latina y el Caribe, nuestro promedio de trabajadores informales oscila entre 60% y 70%. Esta es fue población más impactada por las medidas del confinamiento. «En un principio estas medidas funcionaron, pero al prolongarse en el tiempo, hicieron que la ciudadanía tuviese que escoger entre la enfermedad y el hambre», concluye el consultor venezolano.
Teletrabajo: el futuro llegó
Uno de los fenómenos más significativos que ha dejado la pandemia es el trabajo a distancia o teletrabajo, como alternativa inmediata para mantener empleos, continuar la generación de ingresos y evitar el sedentarismo improductivo.
Esta dinámica laboral que operaba minoritariamente, modificó rutinas corporativas y agregó más horas de trabajo y en muchos casos falta de concentración. El teletrabajo también rompió con las fronteras entre horarios de oficinas y el descanso, acumulando horas hombre frente a la pantalla.
En relación a los sacrificios que se hacen para mantener el teletrabajo, la OIT ha sugerido elaborar reglamentos sobre este formato que puedan incluir una flexibilidad en los horarios y reembolso de los gastos que realizan los empleados.
Como ejemplo de esto, la legislación peruana ha prorrogó la modalidad del trabajo remoto hasta el 31 de julio de 2021, y estableció el derecho de los trabajadores a la desconexión digital. Esto permitió cierta flexibilidad para los empleados, y pretendió evitar su saturación. Entre tanto, España aprobó la ley para la regulación del teletrabajo concluyendo que el teletrabajo es voluntario, reversible y la empresa debe cubrir todos los gastos asociados. Además de esto, se garantizan los mismos derechos y deberes que el resto de los trabajadores presenciales.
Por otro lado, el teletrabajo ha funcionado para que las personas le den valor a sus oficios y los empleadores valor a sus dependientes. Y así como se ha presentado esto, también se han abierto nuevas posibilidades de trabajo, que no necesariamente tienen que encontrarse en el entorno más cercano. Al respecto, el economista venezolano, Ricardo Haussman, expresó:
“TODAS LAS COSAS QUE SE PUEDEN HACER DESDE CASA, EN TEORÍA, SE PUEDEN HACER DESDE EL EXTERIOR”.RICARDO HAUSMANN
¿Y los desconectados?
Qué sucede en las naciones con déficit de acceso a internet o con las personas incapacitadas para el teletrabajo. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), asegura que entre el primer y segundo trimestre de 2020, el tráfico en sitios web y el uso de aplicaciones relacionadas con el teletrabajo aumentó 324% en el mundo entero. No obstante, sólo 76% de los empleados pudieron trabajar desde sus casas. Las posibilidades de teletrabajo en Latinoamérica y el Caribe eran del 22% para el 2020.
Según datos de Rosalía Arteaga, ex presidenta, ex vicepresidenta de Ecuador y abogado, solo el 17% de los habitantes de poblaciones urbanas y rurales tienen conectividad. “En países como el mío, la penetración de los celulares es altísima. Prácticamente la proporción es que hay dos celulares por cada persona, es decir, si somos casi 18 millones de habitantes en el Ecuador, estamos hablando de 36 millones de celulares, pero ¿qué clase de celulares son?. Generalmente no admiten la resolución suficiente para ingresar a ciertas plataformas”, advierte la también y ex ministra de educación, cultura y deportes de ese país.
Además, la activista social y comunicadora ecuatoriana, destacó su visión sobre el cambio de paradigmas y esquemas que resignifican el trabajo a partir de la pandemia: “He estado acostumbrada a viajar dos o tres veces al mes fuera del país, o por lo menos recorriendo el ecuador y ahorita estoy aquí estacionada en mi casa desde el mes de marzo, por eso siento que mi vida va a cambiar, con eventos y conferencias internacionales es más fácil darlas a través de estos sistemas y plataformas digitales”.
“La pandemia se ha prestado también para los abusos, por la tendencia del ser humano para aprovecharse de las situaciones”.Jean Maninat
En el mismo orden de ideas, a juicio de Maninat, el teletrabajo venía incorporándose al mundo laboral junto al avance de las nuevas tecnologías, sin regulación y con la ambigüedad que degeneran en irregularidades. «Todo indica que el teletrabajo llegó para quedarse. Las grandes empresas y los líderes de algunas naciones buscan la manera de establecer esto como una forma laboral viable y rentable. Un ejemplo de esto ha sido Amazon, que prolongó el sistema de trabajo remoto por un año más», destacó el experto en políticas laborales.
Los cambios en los planos políticos, sociales, económicos, y en políticas públicas han sido notables. A juicio de Arteaga, «una, o más de una generación, queda marcada». Hasta la propia naturaleza ha demostrado el impacto de la ausencia de los seres humanos en distintos campos del hábitat que comparte con otras especies. Las preocupaciones ahora siguen enfocadas en la inmediatez y en la generación de ámbitos laborales sostenibles, donde se creen rutinas novedosas que afecten lo menos posible la sociabilidad necesaria para desarrollar los objetivos que buscan un mundo menos distópico.